jueves, 1 de enero de 2015

AÑO 2015

Se inicia un nuevo año, el 2015, en el que deseo que todos los amantes del nudismo podamos realizar, vivir y sentir nuestro placer de vestir la desnudez en libertad y sin problemas de ninguna clase.


             ¡EL NUDISMO ES LA LIBERTAD PERSONAL 
DE VESTIR COMO UNO QUIERA Y DESEE!

LOS INICIOS DE LA CULTURA NUDISTA F.K.K.

La isla de Rab es una joya que corona del Adriático de Croacia. Como el resto de las 1.199 islas del país, posee piazzas al estilo italiano y una generosa oferta de mariscos. En su interior se mezclan el olor a romero, tomillo y pino de Aleppo. El pueblo, a varios kilómetros de Croacia continental, ha cultivado un sello propio. Los supermercados son cooperativas que venden productos locales y los ferrys son propiedad de la comunidad. La isla está rodeada por pequeños islotes y ensenadas secretas. No resulta muy sorprendente que los primeros naturistas europeos dieran inicio aquí a la costumbre de bañarse desnudos, a comienzos del siglo XX.

El primer club Freikörperkultur (FKK) abrió en el oeste de Alemania 1898. Este movimiento que promueve la “cultura del cuerpo libre” expuso con fuerza y orgullo el deseo de estar desnudo en la naturaleza. La isla turística de Rab, entonces gobernada por el Imperio Austro-Húngaro, fue el lugar elegido para sacarse la ropa.

Por encima del puerto estilo veneciano, el Gran Hotel Imperial muestra fotos de esos naturistas pioneros. Con la espalda erguida y las nalgas a la vista, dos maridos miran con audacia hacia el mar, mientras sus mujeres de aspecto delicado, permanecen desnudas junto a ellos. Esas mismas impresiones aparecieron en los periódicos de lo que es hoy la República Checa. Los pastores religiosos locales pidieron a sus feligreses “ignorar” las fotos de la gente desnuda retozando bajo el sol caliente en estas playas desiertas.

El Gran Hotel Imperial cuenta también con una “Esquina Real”, justo al lado del sector de conexión a internet. Ese espacio rodeado de vidrios fue el escenario del almuerzo, el 11 de agosto de 1936, de los dos visitantes más famosos que ha tenido el hotel: Eduardo VIII y Wallis Simpson, la socialité estadounidense que contrajo terceras nupcias con el monarca, quien abdicó a consecuencia de ese matrimonio escandaloso y plebeyo. La foto retrata a la pareja en impecable ropa de veraneo, él, con un traje color crema y mocasines blancos; ella, con pantalones y grandes anteojos de sol. Después de almuerzo, Wallis y Eduardo tomaron un bote-taxi desde su yate, el Nahlin, hasta la playa Kvarner para nadar desnudos. Las noticias de la atrevida aventura real se esparcieron más rápido que un posteo en el blog de TMZ. El naturismo croata, hasta ese entonces limitado a unos cuantos alemanes desnudos, quedó expuesto ante el mundo.

Sin embargo, a pesar de la ilustre visita, estoy feliz de informar que Kvarner logró mantenerse como un Jardín del Edén y no se transformó en un centro de celebridades internacional. El lugar, completamente natural, tiene un aroma especial: las hierbas de los maquis que lo rodean se calientan a medida que pega el sol, por lo que el aroma se intensifica a lo largo del día. Aunque soy un naturista medianamente experimentado, aun siento un regocijo infantil cuando me quito los pantalones y me sumerjo en un baño tibio de mar y disfruto del sol.

Ciertamente no es sexo lo que vende Rab, de acuerdo a Luka Percinic. Me encuentro con el joven gerente de marketing de la isla -sí, completamente vestido- de vuelta en el hotel. Los camareros, con delantales y chalecos rayados, nos traen unas copas de vino helado de Malvasía. “FKK, es una forma de vida”, promociona, aunque no hace falta. “Es una sensación de libertad de vacaciones alejada de la ropa de trabajo diaria”, agrega. Percinic también explica que Rab tiene cerca de 100 km de rutas de ciclismo y senderismo, y que su casco antiguo está perfectamente preservado, lo que atrae a otra clase de turistas adinerados.

Nuestros compañeros naturistas en Rab son en su mayoría alemanes mayores quienes toman el sol como iguanas. No hay nada excitante en nuestros hermanos teutónicos de tez rosada.


Unos días más tarde, navegamos hacia la Península de Istria. Esta ex-zona de imperio austríaco cubierta se encuentra entre Venecia y Zagreb. Aquí el naturismo no es algo superficial. Estamos entrando en lo que era, hace no mucho tiempo, una placentera playa con carga política. Los naturistas alguna vez acudieron aquí desde el otro lado del antiguo bloque del este para broncearse en estas soleadas costas socialistas. Para los habitantes del este, andar desnudos fue una declaración de libertad individual. Checoslovacos sin ropa cargaban sus Škodas con latas de sardinas y sobrevivían con una dieta basada en el vino cooperativo. Muchos acamparon en las tiendas del Parque Naturista Koversada. Desde 1961, estas 120 hectáreas han recibido a más de 8 mil nudistas a la vez. Eso son 16 mil nalgas de todas las formas, portes y colores.

En el mundo de los naturistas, una vez que has visto a diez personas con todo al aire ya lo has visto todo. Esta comunidad del tamaño de un pueblo no es erótica tampoco. Simplemente parecen huéspedes que han olvidado ponerse la ropa. Nuestro paseo de compras diario completamente desnudos no es para nada incómodo. Tampoco lo es la camaradería masculina que se produce mientras vemos el Mundial en un bar en la playa, sin ropa y tomando cervezas. Por supuesto, nuestra ida al campo de mini golf es un poco más desagradable. Pero nuestras vacaciones estilo Adán y Eva, nos hacen preguntarnos por qué nos molestamos poniéndonos ropa en un día soleado.

por Tristan Rutherford, The Atlantic